Esta guía está diseñada para ofrecer estrategias prácticas y consejos fundamentales que ayudarán.

  1. Si estas enfadado, déjalo para otro momento.

Si las noticias del informe generan molestia, ira o tristeza, es mejor posponer la discusión. No hay prisa. Esto se debe a que expresar emociones intensas mediante gritos, sermones o confrontaciones tiende a dirigirnos hacia la búsqueda de culpables en lugar de proponer soluciones. Es crucial entender que una calificación baja no justifica dañar su autoestima ni perjudicar los vínculos que compartimos.

  1. Habla con tu hijo, bríndale la posibilidad de expresarse.

Cuando tu hijo tiene un problema, seguro que te sientas a escucharle. ¿Por qué convertir los suspensos en una excepción? Interésate por su versión de lo ocurrido. Quizás no te cuente la verdad, pero lo que es seguro es que nunca te la dirá si no le prestas atención.

  1. Realiza autocrítica.

Si te sorprenden los suspensos, es posible que hayas pasado por altos ciertos aspectos durante el curso. No se trata de ejercer un control excesivo, sino de brindar un acompañamiento regular y equilibrado. ¿Cuántas veces has dialogado con tu hijo acerca de su estado emocional y su motivación a lo largo del trimestre? ¿Has mantenido conversaciones con los profesores? Si bien estudiar es el trabajo de tu hijo y el rendimiento académico es su responsabilidad, tus acciones también ejercen cierta influencia. No se trata de señalar culpables, sino de identificar áreas de mejora para encontrar soluciones.

  1. Reconoce la naturaleza del problema.

A veces, se busca una solución única para todos los casos de suspensos, como si existiera una fórmula universal. Algunos padres adoptan actitudes que sugieren que tal solución existe: imponen castigos, a menudo sin considerar las posibles repercusiones, u ofrecen recompensas, centrando la atención en el resultado final en lugar del esfuerzo. Sin embargo, la realidad es que las bajas calificaciones pueden originarse por falta de interés, dedicación, organización, e incluso debido a problemas personales, familiares o psicológicos. La manera en que el niño enfrenta el suspenso proporciona pistas sobre el origen del problema. La reacción del niño al obtener malos resultados puede variar entre mostrar disposición para mejorar, un tono desafiante o una actitud indiferente.

  1. Apóyalo en reconocer su responsabilidad.

La gran mayoría de los casos de suspensos ocurren debido a la falta de estudio por parte del alumno. Si tu hijo no comprende ni acepta lo sucedido, será difícil que esté dispuesto a realizar los cambios necesarios para resolver el problema. Ni las excusas de mala suerte, ni el "el profesor me tiene manía", ni cualquier otro motivo. Es crucial que asuma la responsabilidad de su bajo rendimiento. Por supuesto, este proceso resulta más fluido cuando fomentamos su curiosidad desde temprana edad, transmitiéndoles el entusiasmo por aprender y crecer como individuos.

  1. ¿Deberías ser tú quien guía su estudio?

Los padres tienen la responsabilidad de acompañar a sus hijos en sus procesos educativos, tal como lo hacen en otros aspectos de su crecimiento. No obstante, esto no implica que siempre sean los más adecuados para ayudarles a prepararse para un examen o completar sus tareas escolares. En ocasiones, la conexión emocional de mamá o papá puede generar una presión excesiva, convirtiendo lo que debería ser un respaldo en un conflicto que erosiona la relación y potencialmente afecta la autoestima del niño. Tu hijo necesita más tu apoyo emocional y confianza que convertirte en un tutor exigente e inflexible. Si optas por asistirle, es crucial considerar objetivamente si puedes desempeñar ese rol sin crear nuevas complicaciones.


Fecha de publicación: 29/11/2023

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